El
amor como una adicción
El
amor es un sentimiento sano y natural. Pero se puede convertir
en una adicción cuando una persona no consigue liberarse
de una relación sentimental que le produce daño,
eso puede perjudicar seriamente a su salud física
y mental, entonces la relación se convierte en obsesión.
La persona llega a un estado en que no es feliz ni con la
pareja ni sin ella, entra en un círculo vicioso del
que es difícil escapar y termina soportando increíbles
cantidades de sufrimiento.
Estas
personas suelen querer tener el control de la pareja, pero
al no poder conseguir dominar a la pareja terminan manteniendo
en una relación sentimental con personas inadecuadas
que por lo general son incapaces de comprometerse emocionalmente.
El individuo la percibe desvalida, necesitada o que requiere
de alguna transformación, formándose así
una codependencia o adicción amorosa.
Las
relaciones de este tipo terminan siendo dramáticas,
caóticas, plenas de excitación, sufrimiento
y un alto grado de erotismo y sexualidad. Estas situaciones
se dan especialmente en parejas cuya relación está
basada en el sexo y no hay intereses a largo plazo. Lo que
para uno puede ser pura diversión, la otra persona
puede terminar enganchándose. El roce termina haciendo
el cariño. El esfuerzo por complacer se centra particularmente
en la cama, que probablemente es utilizada como excusa para
esconder carencias afectivas y la necesidad de ser abrazado,
protegido o simplemente amado.
En
la dinámica de la adicción al amor, los sentimientos
más comunes son los de humillación, desprecio,
maltrato, depresión, tristeza, llanto, suplica o
provoca mayor alejamiento emocional. Muchas parejas siguen
juntas para evitar el dolor, pero se mantienen distantes,
sin romper totalmente la relación, causando con esto,
mayor dependencia y adicción. Cuando no hay amor
es mejor dejarlo cuanto antes, el sufrimiento será
más duradero si la relación se alarga cuando
la pareja no está satisfecha.
Es
importante aclarar que la relación adictiva es progresiva.
El intento de controlar y dirigir la transformación
de la pareja, va haciendo el controlador pase a ser controlado,
mientras va abandonando sus intereses personales, su vida
y aficiones quedan en un segundo plano. En este estado,
se puede sentir enojo, con ira, impotencia, frustración.
Sus pensamientos se vuelven obsesivos, celos, ideas de venganza,
planes imaginarios para someter a la pareja o lograr su
atención, inclusive puede realizar actuaciones que
provoquen o estén encaminadas a la atención
o el acercamiento de la pareja.
Recuperarse
de esta adicción es posible con esfuerzo. Lo primero
es aceptar que tenemos un problema e intentar buscar la
solución. Poner mucha voluntad en ello. Enfrentar
la realidad de la situación con honestidad, sin fantasías,
engaños o mentiras. Resuelve el dolor que llevas
dentro para que no siga afectando tu vida, para ello antes
deberás libérate de la carga que tienes, hablando
de tus sentimientos y emociones con alguien de tu confianza.
Busca ayuda profesional si es necesario.
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